mayo 07, 2007

Material para Reunión de Comunidad



El Llamado de Dios (duración: 60 min.)

Objetivos:

-Conocer que nos tiene que decir la Congregación de Santa Cruz en relación al llamado de Dios.
-Identificar como hacerlo parte de la Comunidad de Vida Georgiana

Metodología:

Motivación:

En esta reunión queremos invitarlos a tener atentos la mente y el corazón. Ojos y oídos dispuestos a escuchar el llamado del Señor. Aquél que en su amor nos ha dado la vida, nos invita a dar un paso más: nos llama por nuestro nombre, nos llama con nuestras fortalezas y debilidades, nos llama desde donde estemos; para vivir plenamente, para ser con nuestra vida reflejo y testimonio fecundo de su amor.


Lectura bíblica 1 Sam 3, 1-10
“El joven Samuel estaba al servicio del Señor con Elí. La palabra del Señor era rara en aquel tiempo y no eran frecuentes las visiones. Un día estaba Elí Acostado en su habitación. Sus ojos comenzaban a debilitarse y apenas podía ver. La lámpara de Dios todavía no se había apagado. Samuel estaba durmiendo en el santuario del Señor, donde estaba el arca de Dios. El Señor llamó a Samuel: ¡Samuel, Samuel!
Él respondió: Aquí estoy.
Fue corriendo a donde estaba Elí y le dijo: Aquí estoy, porque me has llamado.
Elí respondió: No te he llamado, vuelve a acostarte.
Y Samuel fue acostarse, pero el Señor lo llamó otra vez: ¡Samuel!
Samuel se levantó, fue donde estaba Elí y el dijo: Aquí estoy, porque me has llamado.
Respondió Elí: no te he llamado, hijo mío, acuéstate de nuevo.
Samuel no conocía todavía al Señor. No se le había revelado aun la palabra del señor.
Por tercera vez llamó el Señor a Samuel; éste se levantó, fue donde estaba Elí y le dijo: Aquí estoy , porque me has llamado.
Comprendió entonces Elí que era el señor el que llamaba al joven, y le aconsejo: veté a acostarte, y si te llaman responde: Habla Señor que tu siervo escucha.
Samuel fue y se acostó en su sitio. Vino el Señor, se acercó y lo llamó como las otras veces: ¡Samuel, Samuel!
Samuel respondió: Habla, que tu siervo escucha.”




· Trabajo Comunitario:

Dios nos conoce y nos ama. Él nos llama por nuestro nombre, esto quiere decir que nos llama desde la verdad de lo que somos, desde nuestras alegrías y tristezas, nos llama con nuestros sueños temores y esperanzas, nuestra fortaleza y nuestra debilidad. Dios cuenta con nosotros para hacer de este mundo un lugar mejor, él ha ido bordando nuestras vidas para que realicemos en ellas proyectos llenos de su amor.

El Señor que nos ama nos llama a la vida, su palabra se dirige de un modo especial a cada uno de nosotros. El Señor nos salva y detiene su mirada amorosa sobre nuestras vidas, nos llama por nuestro propio nombre.



Primera Actividad:

Ahora los queremos invitar a un breve trabajo personal. Meditemos un momento para reconocer al Señor que nos habla en nuestra historia personal. Contestemos las preguntas individualmente escribiendo las respuestas para luego compartirlas en la comunidad.


- ¿Cómo me llamo? ¿Quién me puso así? ¿Sé porque lo hizo? ¿Hay otras personas que se llamen igual en mi familia? ¿Sé que significa mi nombre?




- Si mi nombre representara una virtud, una característica por la cual me reconocieran ¿cuál me gustaría que fuese?




Segunda Actividad:

Esta actividad la realiza la comunidad. En primer lugar los invitamos a reflexionar en forma comunitaria lo siguiente:

¿Cómo nos gustaría reconocernos y que llamen a nuestra comunidad? Los invitamos a bautizar su comunidad con un nombre que los represente.




¿Cómo puede esta CVG responder concretamente al llamado de Dios?






Cierre de la actividad:
Se cierra con la lectura de la Constitución 1 de la Congregación de Santa Cruz, cuyo texto completo se adjunta a continuación:



CONSTITUCION 1
El Llamado de Dios

1. “Ven y sígueme”. Fue el Señor Jesús que nos llamaba.

2. Éramos ya suyos, puesto que llevábamos el nombre de cristianos. Ya habíamos sido iniciados en su Iglesia. Habíamos sido lavados en el bautismo y confirmados en la fe; habíamos sido alimentados con la Eucaristía. Sin embargo, llegó un momento en el cual el Señor nos llamó a dar un paso más.

3. Escuchamos una invitación a entregar nuestras vidas de una manera más explícita. Era una invitación a servir a todas las gentes, creyentes y no creyentes por igual.

Habíamos de servirlas a partir de nuestra propia fe en que el Señor nos había amado, había muerto por nosotros y había resucitado también por nosotros, ofreciéndonos una participación en su vida, una vida más fuerte y perdurable que cualquier pecado o muerte.

4. Fue un llamado que nos llegó desde afuera; más también fue un llamado que surgió dentro de nosotros, proveniente de su Espíritu.

5. Preguntamos cómo podríamos seguirlo y encontramos muchas huellas en nuestro camino. Una gran compañía de hombres había pasado por ahí y vivido por sus votos, hombres que habían caminado juntos en pos del Señor. Ellos nos invitaban a seguir sus pasos. Quisimos formar parte de esta familia para compartir su vida y su trabajo.

6. Somos la Congregación de Santa Cruz, fundada por Basilio Antonio Moreau. Somos una comunidad de derecho pontifico: vivimos y trabajamos bajo la aprobación y la autoridad del sucesor de Pedro. Somos una congregación religiosa compuesta de dos sociedades distintas, una de clérigos y otra de laicos, unidas en una fraternidad indivisible. Tenemos un fundador común, una tradición, regla y gobierno comunes, un modo de vida y misión comunes.

7. Nuestro compromiso invita a nuestros hermanos y hermanas en la fe a responder a su vocación y es para nosotros una manera concreta de trabajar con ellos por la difusión del evangelio y por todas las personas por el desarrollo de una sociedad más justa y humana.

8. Quisimos dejarlo todo por seguir a Cristo. Con el tiempo nos dimos cuenta de que aún había resistencia en nosotros. Queremos entregarnos sin reservas y, sin embargo, vacilamos. Con todo, como sabían los primeros discípulos, sabemos que El nos conducirá y que fortalecerá nuestra lealtad, si nos abandonamos a El.

· Oración final:


“Ámame tal como eres”.
Hermano Carlos de Foucauld


Conozco tu miseria,
las luchas y tribulaciones de tu alma,
la debilidad y las dolencias de tu cuerpo;
conozco tu cobardía,
tus pecados y tus flaquezas.
A pesar de todo te digo:
dame tu corazón, ámame tal como eres.

Si para darme tu corazón
esperas ser un ángel,
nunca llegarás a amarme.
Aún cuando caigas de nuevo,
muchas veces, en esas faltas
que jamás quisieras cometer
y seas un cobarde para practicar la virtud,
No te consiento que me dejes de amar.
Ámame tal como eres.

Ámame en todo momento
cualquiera que sea la situación
en que te encuentras,
de fervor o sequedad,
de fidelidad o de traición.
Ámame tal como eres.

Déjate amar. Quiero tu corazón.
En mis planes está moldearte,
pero mientras eso llega,
te amo tal como eres.

Y quiero que tú hagas lo mismo.
Deseo ver tu corazón que se levanta
desde lo profundo de tu miseria:
amo en ti incluso tu debilidad
Me gusta el amor de los pobres
Quiero que desde la indigencia
se levante incesantemente este grito:
Te amo, Señor.

Lo que me importa es el canto de tu corazón.
¿Para qué necesito yo tu ciencia o tus talentos?
No te pido virtudes.
Y aun cuando yo te las diera, eres tan débil,
que siempre se mezclaría en ellas
un poco de amor propio.
Pero no te preocupes por eso…
Preocúpate solo de llenar con tu amor
el momento presente

Hoy me tienes a la puerta de tu corazón,
como un mendigo,
a mí que soy el Señor de los señores.
Llamo a tu puerta y espero.
Apresúrate a abrirme.
No alegues tu miseria.
Si conocieras plenamente la dimensión
de tu indigencia, morirías de dolor.
Una sola cosa podría herirme el corazón:
ver que dudas y que te falta confianza.

Quiero que pienses en mí
todas las horas del día y de la noche
No quiero que realices ni siquiera
la acción más insignificante por
un motivo que no sea el amor.
Cuando te toque sufrir yo te daré fuerzas.
Tu me diste amor a mí.
yo te haré amar a ti más de lo
Que hayas podido soñar.

Pero recuerda solo esto:
Ámame tal como eres.


Lectura de apoyo:

Lectura bíblica Mc 1, 16-20

“Paseando Jesús junto al lago de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés, que estaban echando las redes en el lago, pues eran pescadores. Jesús les dijo: Vengan conmigo y los haré pescadores de hombres. Ellos dejaron inmediatamente las redes y lo siguieron.
Un poco más adelante vio a Santiago, el de Zebedeo, y a su hermano Juan. Estaban en la barca reparando las redes. Jesús los llamó también; y ellos dejando a su padre Zebedeo en la barca con los trabajadores, se fueron con El”

Colaboración Fernando Torres y Paola Alam